El Chromoscope (1967) es un instrumento para llevar consigo, tal como se lleva un catalejo. Es una obra destinada a operar la transfiguración del paisaje nocturno de las grandes ciudades. Su interés no reside en el objeto, sino en el acontecimiento visual que éste genera. Es una obra que actúa como intermediaria entre la realidad y nuestro ojo, condicionando nuestra mirada a una nueva lectura del entorno.
El Chromoscope puede multiplicarse generando un número infinito de situaciones vitales tantas como paisajes posibles en la vida nocturna. A través del cromoscopio, todos los puntos luminosos se descomponen según los colores del espectro. Las formas se pulverizan.
Jean Clay – Carlos Cruz-Diez et les trois étapes de la couleur moderne, Jean Clay, 1969